Complacer, ahí está el dilema.
Siempre sostuve la idea de que porqué damos tanto por el otro y el otro no rellena ni la cuarta parte de lo que estaríamos dispuestos a dar, o por lo menos yo estaría dispuesta a dar. Somos humanos y el ser humano tiene la capacidad de contradecirse una y otra vez con su propio intelecto. Y hoy me contradigo, y si somos o soy yo la cerrada, la errónea, que lo único que hace es comparar constantemente lo que estaríamos dispuestos a dar? El otro nunca va a hacer lo mismo que vos harías por él. Hace lo que puede, hace y deshace, quiere mucho, poco o nada, besa, abraza o sólo mira pero dice y demuestra mucho, uno elige. Como vos, y está muy bien así. Cada uno a su manera, pero cada manera de decir, demostrar, hacer para uno puede significar mucho y para otros sólo rellenamos esa cuarta parte de lo que estarían dispuestos a dar por nosotros.
Vos seguí, que yo sigo, demostra y quere como vos lo sabes hacer. El mundo no es una máquina de conceder deseos y mucho menos de complacer y rellenar el cien por ciento a todos, porque tú cien por ciento puede ser mi cuarta parte y mi cien tu cuarta parte.
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